lunes, 12 de septiembre de 2005

Simplemente mi vida: "PROLOGO"


6 de enero de 2000


Mis hijos y nietos hace mucho saben que yo tenía la intención de contar mi vida, y no porque mi trayectoria haya sido coronada de laureles, merecedora de ninguna notoriedad excepcional, sino por ellos, porque con el tiempo conozcan algo de sus raíces y antepasados, cosa que me gustaría, ahora, saber a mí de los míos y no encuentro lazos de comunicación con ellos.
Para eso, Laura y Fran me han regalado un bloc, para que recuerde y escriba, recapacite y analice, y, sobre todo, comparta con ellos datos de esta, ya bastante dilatada, vida ¡Gracias!
El tiempo pasa. Tengo que escribir, debo escribir porque la memoria me va fallando, las fechas y nombres se me van borrando, los paisajes y vivencias se me van difuminando. Quiero hacerlo y si no me doy prisa, seré incapaz. Quisiera ser justa en mis consideraciones, teniendo en cuenta las influencias externas.
Además, mis nietos me lo piden, me preguntan si ya empecé, pero no….
Después de tantos años vividos, me creo en condiciones de juzgarme a mí misma. Ya tengo 75; son muchos y los puedo sobrellevar, pero el cuerpo lo aprecia y se nota su peso.
Tanto Ángel como  yo tenemos algunos achaques, pero no nos podemos quejar: paseamos, comemos bien, nos cuidamos mutuamente y disfrutamos de la tranquilidad de ver a nuestros hijos y nietos felices y sanos, luchando como hormiguitas por labrarse un camino unos, y peleando por conservar lo que han conseguido a fuerza de sacrificio, otros.
- “¿Cómo se siente uno al cumplir 70 años?” –le preguntaron, en cierta ocasión, a Maurice Chevalier.
-“No demasiado mal; sobre todo si tenemos en cuenta la otra alternativa.” –contestó él.
El tiempo pasa muy rápido. Se nota la culminación de mi itinerario personal. Es consolador ver cómo mi trayectoria vital camina hacia su ocaso, en una sociedad más rica material y espiritualmente, más abierta y esperanzada que la que conocí en mi infancia y adolescencia.
La importancia no está solamente en lo que se ha hecho, sino también en lo que se ha vivido.
Nuestros actos son el pequeño equipaje con el que encararemos el paso del tiempo, la vejez y la muerte. Es ahora cuando puedo mirar al pasado desde cierta altura con mi conocimiento global según mi propia cultura.
Mi vida está marcada por heridas dolorosas al haber sobrevivido a una revolución en Asturias, en octubre de 1934, cuando con 9 años perdí a mi padre. Quedaron, además, otros cinco hermanos más pequeños que yo. Dejé a mi madre, me separé de mis hermanos.
Siguió una Guerra Civil en España (1936-1939) que me sorprendió en Alicante, donde vivía feliz con una familia de acogida.
Tampoco esa dicha duró mucho. La emigración, la separación nuevamente de mis seres queridos…
Una nueva vida en la colonia de niños españoles en la Unión Soviética –Jarcov (Ucrania)-. Allí tuve nuevos hermanos que han sido más entrañables que los míos propios, para toda la vida. Tardaría mucho tiempo en volver a ver a los verdaderos, y a mi madre.
Después, y eso sí fue un milagro, soporté y sobreviví a la II Guerra Mundial (1941-1945). Entonces pasé dificultades: hambre, frío y todo tipo de calamidades.
Nos mezclamos con el pueblo soviético y junto con ellos, aunque siempre gozando de algún privilegio por ser españoles, soportamos los horrores y las privaciones a las que nos sometieron las circunstancias de aquella tragedia y la posterior evacuación hacia los Urales.
Nos salvó la juventud, 1942, 17 años, la fuerza, la energía de los veinte años, la vitalidad, el entusiasmo, el amor y lo que nunca perdimos y siempre tuvimos presente: la esperanza.
Hoy, en la cumbre de la vida, ¡cómo se echan de menos todos esos bienes!
Tras lo mal que lo pasamos en aquellas etapas, vinieron tiempos mejores.
En 1944 regresamos a Moscú gracias a la gestión de nuestros dirigentes españoles para reagruparnos a todos en la capital. Fueron años duros, pero felices. Fin de la guerra, sigo mis estudios formalizando mi relación con Ángel, nos casamos, tenemos dos hijos, recobramos la comunicación con nuestros familiares en España, relación quebrada por la guerra.
Ansias por volver que nunca se apagaron, y que, al fin, se cumplieron. Gestiones de la Cruz Roja ante el gobierno soviético y del General Franco propiciaron nuestro regreso, con mucho miedo ante las nuevas condiciones de vida en España, tan distintas en todos los aspectos, política, económica y familiarmente.
Enero de 1957, dos hijos de 9 y 5 años, un marido joven y dispuesto a trabajar y toda una vida nueva por delante. Dudamos pero, acertadamente, nos decidimos. Ilusiones, muchísimas ilusiones…. y, lo mejor de todo, que al cabo de los años podemos constatar con, infinita alegría, que casi todas se han cumplido. No nos podemos quejar: 3 hijos, 5 nietos; todos sanos, buenos y honrados  ¿qué más se puede pedir?
Tal vez hubiéramos podido encaminar nuestras vidas por senderos diferentes. Tal vez podría haber sido mejor, o peor… Pero las circunstancias condicionan. Crees hacerlo lo mejor que puedes, en determinadas ocasiones y, tal vez, te equivocaste… No sé.
¿Qué juez supremo e inaccesible será el que gobierna nuestro destino?
Uno puede, desde la niñez, con más o menos destreza o acierto, ir labrando su camino, pero la vida desde su comienzo es una cuestión de buena o mala suerte. Hay, quien sin apreciarlo, al nacer, se ve rodeado de bienes materiales, amor y ventajas de todo tipo; y también quien llega al mundo designado para la desgracia, situaciones crueles e infortunios. Nunca se sabe cómo será el porvenir de esa vida, aún intacta.
Son admirables las personas que han logrado imponerse y revelarse contra  lo que parecía su predestinación desgraciada.
Yo no sé si he tenido alguna intuición para esto, pero no me ha ido del todo mal, me parece que he sabido reaccionar a tiempo ante ciertas situaciones y eventualidades y, desde la perspectiva, creo que  con un mínimo de acierto.
Tengo que resaltar la importancia histórica y rica en acontecimientos que me ha tocado vivir, y las circunstancias tan variadas,  políticamente tan opuestas y económicamente tan diferentes que me han rodeado. Si yo hubiera ido anotando lo que sucedía en el mundo y enfocándolo a mi manera, hoy día no estaría de acuerdo ni conmigo misma.
¡Qué desarrollo lento, pero continuo e imparable de mi mentalidad!
Me doy cuenta, ahora, que era fácilmente influenciada por familiares, sobre todo por Guardiola (mi padre adoptivo, que fue un verdadero padre, mientras lo tuve), un comunista apasionado por sus convicciones, luchador fiel a sus ideas hasta la muerte. Me quiso mucho. Nunca fue, eso sí, un marido ejemplar ni para Estefanía, su primera esposa, ni para su segunda esposa, Milka.
La ideología que más me marcó, en aquél entonces, fue la de todo el pueblo soviético. Tanto nos integramos con los rusos que, para nosotros, no había otro país, otro gobierno, otros jefes, otros partidos que fueran mejores que aquellos. Eran los mejores en todo: en industria, riquezas naturales, los más valientes y patriotas; y Stalin nuestro dios, nuestro padre, nuestro maestro… Así tenía yo, cómo se dice ahora, “el coco comido”. Pero, la verdad, todo lo que me inculcaron, me lo tragué. Sólo el paso del tiempo me ha hecho ir cambiando y colocando las cosas en su justa perspectiva; me he vuelto más realista, conservo las convicciones básicas con las que me educaron y desecho las que, considero, resultaron falsas y erróneas al cabo de los años.
En 1947 uní mi vida a la de Ángel, y ya nunca más he caminado sola.
Hemos pasado por momentos duros y caminos escabrosos. Nos costó, al principio, adaptarnos el uno al otro, por nuestra falta de preparación y experiencia; pero los dos éramos formales y capacitados y, aunque con caracteres muy diferentes, supimos sobrellevar los altibajos, reflexionar al tomar decisiones importantes, y aunque alguna vez nos equivocáramos, lo hicimos con la mejor de las intenciones para salvaguardar nuestra familia y, sobre todo, lo que más queremos en esta vida: nuestros hijos.
Siempre he deseado tener una hija, y no pudo ser, pero desde que se casaron ellos, nunca más lo he lamentado. He tenido a mis nueras, hijas verdaderas de las que disfruto más, incluso, que muchas madres que las parieron.
Voy a dividir mis años vividos, en épocas, según la edad, las circunstancias históricas y las localidades donde he habitado:

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              
1 ABLAÑA (LA PEREDA) – 1925-1935. 5
2ALICANTE – 1935-1939 (marzo).15
3JARCOV (UCRANIA) – 1939-1941.31
4 DANILOVKA (STALINGRADO-S) – 1941-194243
5MELEUS (pueblo de Ufa, capital de BASHKIRIA) -  1942-194345
6UFA (cerca de los Urales) – 1943-1944.50
7 RETORNO A MOSCÚ 1944.62
8MOSCÚ – 1945-194863
9PUES ME SALVE, NO ERA MI HORA -- 194974
10EL INSTITUTO DE IDIOMAS -- 1950. 77
11MIS PRIMERAS VACACIONES -- 1951.80
12MI SEGUNDO HIJO -- 1952.82
13LA GRADUACIÓN -- 195589
14NUEVO APARTAMENTO -- 195691
15ESTEFANÍA Y CEREZO93
16NUESTRA FAMILIA ESPAÑOLA97
17PRIMERAS RELACIONES URSS-ESPAÑA.99
18PREPARANDO EL RETORNO103
19EL VIAJE -- 1957106
20EL ENCUENTRO – 23 de enero de 1957.110
21ASTURIAS – Febrero de 1957.113
22ENSIDESA.116
23CONCLUYENDO119
  
(Las páginas correspondientes al inicio de cada capítulo se refieren naturalmente a las del libro impreso)
 

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