lunes, 26 de diciembre de 2022

MANUEL ARCE PORRES

 

D. MANUEL ARCE PORRES

El 25 de diciembre de 2022, fallecía en su residencia de Madrid el Doctor Manuel Arce Porres, niño de la guerra. La Asociación de los Niños de Rusia, de la que era Socio de Honor, le dió el pésame a su viuda en los siguientes términos:

"Las muestras de cariño hacia la persona de Manolo, y de condolencia para ti María y vuestra familia, por su ausencia, se suceden sin cesar en nuestros grupos de comunicación internos. En nuestra página web también hay una necrológica expresiva de nuestro dolor. Recibid un afectuoso abrazo de la directiva, en nombre de toda la Asociación de los Niños de Rusia y nuestro más sentido pésame por la pérdida de D. Manuel Arce como socio de honor de la misma."

 

En la propia página de nuestra asociación: "ninosderusia.org", se redactó:

 Asociación Niños de Rusia: nuestras condolencias.

La Asociación de los Niños de Rusia | Niños de la Guerra, considera a Manuel Arce, junto a su labor memorialista, uno de los pilares del asociacionismo de los repatriados de la Unión Soviética. Su colaboración a la memoria de nuestro colectivo ha sido muy relevante, tanto por su libro “Memorias de Rusia”, cuya reseña hemos publicado en este sitio, como por sus valiosas aportaciones al listado de los Niños de la Guerra que tanto hemos empleado en nuestras investigaciones y, especialmente, por su inestimable trabajo en la “Fundación Nostalgia”. Además, su desprendida actitud ante las propuestas de participación en ponencias, intervenciones, entrevistas y todo tipo de actividades relacionadas con los “Niños de Rusia”, siempre han sido un ejemplo de fuerza, resistencia a la adversidad y lealtad a la memoria común. Su abnegación perdurará en nuestro recuerdo.

Desde nuestra Asociación, deseamos transmitir nuestras condolencias y reconocimiento más profundo a su familia.

 

Tatiana Velázquez Stavinova, nuestra expresidenta le escribió en ruso a María, su viuda:

Дорогая Мария! Меня потрясла до глубины души печальная новость, которую нам сообщила Мария Тереза из Москвы.
Примите мои самые искренние соболезнования, очень тяжёлая утрата для меня лично и для всего коллектива  "Детей войны".Вся жизнь Мануэля Арсе  послужила нам и продолжает  служить примером для последующих поколений.

Скорбим вместе с вами , и гордимся, что Человек, с такой силой воли и жаждой жизни , преодолевая возможное и невозможное, с честью и достоинством служа Двум Родинам, останется навсегда в нашей памяти!
Пусть земля ему будет пухом!


En un listado de los Niños de la Guerra que Manuel Arce trabajó y amplió y que a día de hoy sirve de base para investigaciones ulteriores, consta lo que sigue en cuanto su registro personal:

ARCE PORRES MANUEL. Burgos 23 de marzo de 1929. Regresó a España en el 1966. Casas de niños españoles en Óbninskoye, Basel, Sarátov, aprendiz de fresador; por un accidente de tranvía perdió ambas piernas. Posteriormente estuvo en distintas casas de niños españoles de Alekseyevka, Orlovskoye, Najabino. Estudió 4 años de Magisterio en Lebedyan 1947-1951, Facultad de Medicina de Riazán 1951-1953, Facultad de Medicina de Moscú 1953-1958. En 1956 regresó a España y en 1957 otra vez a Moscú, donde terminó la carrera de Medicina. De 1958 a 1966 trabajó en el Instituto de Neurocirugía Burdenko de Moscú, especializándose en Neurorradiología. El uno de marzo de 1966 regresó definitivamente a España. El 28 de junio de 2012 le concedieron el título de “Hijo predilecto de la Ciudad de LEBEDIAN” de la provincia de LIPETSK.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

El Diario de Burgos escribiría al dia siguiente:

Fallece Manuel Arce Porres, el 'niño de la guerra'

R.P.B.

- lunes, 26 de diciembre de 2022

Natural de Oña, creó la Fundación Nostalgia, con la que logró que se les reconociera como víctimas.

Hace cinco años, durante el homenaje que se tributó en Óbninsk, cerca de Moscú, a los niños de la guerra -aquellas 3.000 criaturas que fueron enviadas a la URSS para ser puestas a salvo de las bombas durante la contienda civil que desangraba España- Manuel Arce Porres, natural de Oña, fue un hombre feliz: estaba rodeado de quienes habían compartido con él una epopeya sin parangón, y todos le procuraban todo tipo de atenciones y cariños porque nunca fue uno más: ejemplo de superación y de coraje, de dignidad y decencia, Manuel pasó de perder las dos piernas en un accidente y ser un niño tullido en la Rusia amenazada por el nazismo a estudiar la carrera de Medicina y convertirse, treinta años después de haber salido de su país, en uno de los primeros neurorradiólogos que tuvo la sanidad pública de España. Con la llegada de la democracia, creó la Fundación Nostalgia, colectivo que porfió durante años para lograr que el Estado español reconociera a aquellos 'niños' como víctimas de guerra y tuvieran derecho a una prestación económica. «Cuando al fin lo conseguimos pensé: ya me puedo morir tranquilo», confesó en cierta ocasión.

 

 


 

Así, tranquilo y en paz, dejó ayer de existir Manuel Arce Porres. Tenía 93 años y residía en Madrid. Siempre afable y bienhumorado, este burgalés se dedicó en cuerpo y alma a dignificar la memoria de un colectivo que sufrió como pocos la crueldad de la guerra y el miserable olvido: escribió libros y artículos, dio charlas, conferencias y entrevistas en las que contaba, para que nunca se olvidara, la brutal experiencia de aquel contingente de criaturas, de aquella legión de pequeños refugiados que integraron una operación de evacuación sin precedentes en la historia universal. Fue uno de los protagonistas de Huérfanos del olvido, espléndido documental dirigido por el cineasta Lino Varela, imprescindible para conocer este episodio marginal de la historia.

Manuel Arce tenía 8 años cuando llegó a Leningrado junto con otros 1.500 niños. Siempre recordó que fueron recibidos como héroes, con enorme cariño y emoción.  Creían todos que aquella exótica aventura duraría cosa de dos o tres meses; que los republicanos ganarían la guerra y regresarían a casa con sus familias. Pero la perdieron. Y mientras los pequeños expatriados que habían sido enviados a otros países sí pudieron volver a España, los que habían recalado en la URSS no pudieron porque allí estaba Stalin, el gran ogro, el enemigo. Ninguno pudo volver hasta pasados veinte años. Pero la URSS cumplió su compromiso y cuidó de todos con mimo y dedicación: fueron magníficamente educados por profesores rusos y españoles, perfectamente alimentados. Disfrutaron del privilegio de tener juguetes, de practicar deportes en invierno y en verano. Cuando se hicieron mayores, pudieron estudiar carreras universitarias. Eso sí, entre medias les tocó padecer la II Guerra Mundial, donde pasaron todo tipo de penurias. Manuel sufrió un accidente en el que perdió las dos piernas. Su hermano César, que ya era mayor de edad durante la contienda, se alistó voluntario para luchar contra los invasores alemanes, perdiendo la vida. 

A la conclusión del infierno Manuel Arce estudió Magisterio primero y más tarde Medicina. Cuando pudo volver a España lo hizo, pero fue tan difícil la adaptación que regresó a Moscú. Trabajó diez años en el Instituto de Neurocirugía de aquella capital, donde se especializó en neurorradiología. Tres décadas después de salir de España, decidió volver para quedarse. Casado con María Sánchez Puig, nacida en Rusia de padres exiliados españoles, Arce trabajó en el Hospital de La Paz de Madrid hasta su jubilación en el año 1982. 

Volvió muchas veces a su tierra de acogida, a la que amaba profundamente. Por eso vivió con pena estos últimos meses: ver a Rusia y Ucrania enfrentadas le causó un enorme dolor. Ya habita Manuel Arce en el paraíso de los niños perdidos y reencontrados, ese lugar al que sólo van los puros de alma y de corazón.

Se han producido muchos acontecimientos relacionados con la información que este blog pretende transmitir desde la última entrada del 27 de febrero del 2021.

Quizás suene a topicazo el pretender que esta ausencia sea debida a falta de tiempo, cuando todo el mundo sabe que el tiempo no existe a este respecto, sino la dedicación a la actividad que uno decida en cada momento. Es una cuestión de prevalencia o prioridad.

Como excusa, si cabe, expongo la satisfacción de haber contribuido con todo mi esfuerzo a la constitución, formalización y primeros programas y trabajos de una asociación, cuya finalidad tiene mucho que ver con este blog, cual es la ASOCIACION DE LOS NIÑOS DE RUSIA.

Como siempre son pocos los que materialmente aportan esfuerzo y dedicación, horas y rompederos de cabeza, pero como son muchos los interesados e importantes los sujetos merecedores de que su memoria sea perdurable, conocida, extendida y objetivamente tratada, cualquier minuto disponible para su avance en esta línea me parece importante.

Sin embargo, pasada la primera etapa del parto y la organización, quizas lo más complejo del proceso iniciático, espero retomar este trabajo de mantenimiento del blog, relatando lo acontecido en este intering y revisando alguna anomalía que he detectado en alguna de las entradas en un primer vistazo por encima.

domingo, 6 de marzo de 2022

"El sol na escombrera"

En marzo de 2022 acudimos a Ablaña a la presentación de un libro en formato cómic sobre la vida de un Niño de la Guerra.

De quién se trataba, quién era su autor, por qué en Ablaña, eran incognitas a depejar.

José Fernández Sánchez.

Nació en Ablaña, Mieres, en 1925 y murió en Madrid en 2012. Fue uno más de los 1.100 "niños de la guerra" que mandaron en un barco para Rusia desde el puerto de El Musel (Gijón), la noche del 23 de septiembre de 1937, para ponerlos a salvo de la guerra. De una familia minera, durante la guerra civil quedó huérfano de padre. Terminada la guerra y al no volver de Moscú recibió con los otros niños españoles cuidados y educación hasta que la invasión alemana de la URSS los llevó a parar a una aldea del Bajo Volga. Entre 1944 y 1946, José sirvió al ejército soviético. Acabada la guerra, se ganaba la vida de ajustador en una fábrica mientras cursaba estudios de bibliografía. Entre 1961 y 1965 estuvo en Cuba haciendo de traductor. Volvió a España en 1971 y ejerció de bibliotecario en la Universidad Autónoma de Madrid. Pero lo más importante de su trabajo intelectual lo llevó a cabo como bibliógrafo  para la Biblioteca Nacional y como traductor y ensayista. A principios de los noventa presentó emocionado en Ablaña su libro de memorias: cuando el mundo era Ablaña.

Cuando por casualidad ese libro cayó en manos de Alberto Vázquez García (Berti), tubo la feliz idea de reproducirlo sintetizado en formato cómic. Pues bien a esa presentación, a la de este último: "El sol na escombrera", acudimos un par de miembros curiosos de  la Asociación de los Niños de Rusia.

Alberto Vázquez García

Alberto Vázquez García es un polifacético artista gráfico (dibujante, cartelista, murialista...), además de cortometrista y documentalista, y encima de todo eso activista entregado a todos los menesteres de causas sociales y memorialísticas. El compromiso con los vencidos y respeto a los testimonios están siempre en la base de su personal trabajo creativo. La primera vez que ganó el premio Alfonso Iglesias del cómic fue el 2017 por "Los llazos coloraos", sobre las huelgas de la minería asturiana entre 1957 y 1965. En 2020 volvió a ganarlo con "El sol na escombrera", donde traslada al lenguaje del cómic las memorias de la infancia de José Fernández Sánchez.

Fotos de la presentación