viernes, 11 de septiembre de 2020

Referencias a la vida de Nieves

 En las páginas 128 y siguientes del libro de Alicia Alted Vigil: "La voz de los vencidos", aparecen unos datos y referencias sobre Nieves Cuesta como uno de los muchos ejemplos de las miles y miles de personas cuya vida fue condicionada y marcada por las distintas contiendas en las que España se vió inmersa en el siglo pasado: Revolución del 34, Guerra Civil y II Guerra Mundial.

Todo el libro representa un alegato a la, en todo caso, injustificble prepotencia de los vencedores en las explicaciones de las sucesivas sublevaciones y masacres, frente a la injusta posición de los vencidos en su impotencia para poder explicitar sus puntos de vista, su propia historia.

La historia reciente de esta España, despues de esta obra, sin duda queda mejor reflejada, porque con suma objetividad y aportación de datos tras una gran dosis de investigación, la autora incorpora capítulos en muchos casos inéditos con perspectivas distintas.



La voz de los vencidos:

El exilio republicano en el presente.

En torno a un libro de Alicia Alted Vigil*

DOLORES FERNÁNDEZ

Universidad Complutense y AEMIC, Madrid

 

 Estamos viviendo un momento muy especial en España, donde es creciente el interés por el pasado inmediato. Han comenzado a abrirse fosas en busca de los restos de los asesinados durante y tras la Guerra Civil, las necrológicas de los fusilados entonces inundan las páginas de los periódicos y se han elaborado documentales que popularizan estos temas. Y el exilio republicano no es ajeno a este nuevo interés, basta recordar la extraordinaria acogida que tuvo la exposición Exilio celebrada en el Retiro madrileño en el 2003, con colas de visitantes que aguardaban pacientemente durante horas para acceder al recinto. A esta se sumó, poco después, la dedicada a El exilio de los niños, itinerante por diez ciudades españolas, comenzando en Bilbao y terminando en Madrid. Hemos entrado en una nueva dimensión social de la historia, con el testimonio como principal protagonista, un fenómeno que viene después de la labor rigurosa de decenas de historiadores que en las últimas cuatro décadas han investigado de forma constante en archivos, hemerotecas y bibliotecas.

Parece que ha llegado el momento de que la sociedad española afronte el pasado inmediato de tal manera que se produzca un verdadero proceso de reconciliación nacional. Es difícil evitar la impresión, decía hace muy poco Sebastián Faber (1), un observador desde «fuera», de que España está viviendo algo así como una segunda transición.

Pero con esta «segunda transición», comienzan a surgir polémicas que no hemos vivido antes y la mentira se abre camino pasando por alto los trabajos que con tanta minuciosidad vienen realizando los historiadores desde hace años.

El fenómeno no es nuevo, otros países lo han vivido antes. Hace muy poco, el historiador Ludger Mees nos recordaba que en los años ochenta del siglo pasado se desencadenó una disputa durísima entre historiadores alemanes. Lo que se conoce como el Historikerstreit: por un lado algunos revisionistas que querían tergiversar la historia del nazismo confines políticos y, por otro, los defensores de la verdad, entre los que destacaba, fundamentalmente, Jürgen Habermas. Aquella polémica tuvo un importante seguimiento mediático y facilitó la incorporación al debate de amplios sectores de la ciudadanía alemana en una socialización que resultó muy beneficiosa, a la larga, para la democracia (2).

Los revisionistas españoles, sin embargo, con muy contadas excepciones, no tienen vínculo alguno con la historiografía académica, pero su penetración social está siendo extraordinaria y gracias a ellos puede acabar imponiéndose la tesis de que la República fue la verdadera culpable de la guerra, que Franco se vio forzado a intervenir para poner fin a la ingobernabilidad, el caos y la anarquía, al tiempo que los exiliados se fueron por gusto y prosperaron en los países de acogida, motivo por el cual no quisieron volver. La socialización del debate, por tanto, debe ser una preocupación que afecte también a los historiadores porque, como dice Ludger Mees, «la historia no es una ciencia exacta y puede permitirse muchos caprichos contra pronóstico. Está bien que tampoco en España el pasado quiera pasar, pero la lucha por determinar quién escribirá este pasado, y en qué términos lo hará, no está, ni mucho menos, decidida» (3).

Me parece necesaria esta introducción porque encuentro que el libro de Alicia Alted, La voz de los vencidos (4), reúne todos los requisitos para esa socialización necesaria delos temas que durante tanto tiempo han estado restringidos a los historiadores. Y eso, por supuesto, sin merma alguna de la claridad, rigor, estudio y defensa de la verdad de todo historiador que se precie.

Está claro que sobre el exilio ya se han publicado numerosos libros, la nómina es amplísima, no hay más que ver la bibliografía aportada por la profesora Alted, pero, realmente, no han calado en la sociedad, en la que todavía existe un extraordinario desconocimiento del fenómeno. En 2001 Consuelo Soldevilla Oria (5) hizo un esfuerzo de síntesis, con una monografía que abarcaba a los fernandinos, afrancesados, liberales, carlistas, republicanos
y demócratas españoles que tuvieron que salir de España por motivos políticos durante los siglos XIX y XX. Ahora acaba de aparecer otra monografía más extensa, detallada y documentada sobre igual temática, a cargo de Juan B. Vilar (6). España es tierra de exilio.

El libro de la profesora Alted no pretende agotar la ingente nómina de textos publicados sobre el exilio republicano de 1939; la autora parte de dos criterios fundamentales en su selección, por una parte recoge los trabajos de carácter general en torno al tema, y después se ocupa de las obras colectivas que han sido resultado de reuniones científicas. También incluye los monográficos de revistas científicas dedicadas al exilio así como repertorios archivísticos y bibliográficos y catálogos de exposiciones. Quizá las obras que se pueden obviar, dentro de esta amplia bibliografía, son las de carácter autobiográfico, memorialístico, las obras de creación, estudios y bibliografías sobre autores y los trabajos más específicos referidos al exilio en las diferentes comunidades autónomas que están recibiendo una atención especial, sobre todo en el País Vasco, Cataluña y Valencia. Es cierto que a partir de los años ochenta la producción bibliográfica sobre el exilio no ha dejado de crecer, y no tiene sentido dar cuenta de su totalidad, porque hoy en día el exilio se ha convertido en un tema inabarcable. No obstante, esta abundancia de bibliografía sigue siendo insuficiente para algunos temas, pues quedan muchas lagunas por cubrir y muchos aspectos que conocemos insuficientemente, entre los que se encuentran las aportaciones de los exiliados a los países de acogida. En los últimos tiempos han ido surgiendo numerosos grupos de trabajo, tanto en España, como en Francia o México, y están dando extraordinarios resultados avorecidos por la red de Internet. En este medio destaca la lista de distribución Red de Estudios y Difusión del Exilio Republicano (REDER@LISTSERV.REDIRIS.ES) creada en 1999. Y entre todos estos grupos merece la pena poner tres ejemplos destacados en el ámbito académico: el grupo GEXEL (Grupo de Estudios del Exilio Literario) con sede en la Universidad Autónoma de Barcelona, la AEMIC (Asociación para el Estudio de los Exilios y Migraciones Ibéricos Contemporáneos) con sede en la UNED, en Madrid y el CERMI (Centre de Etudes et Migrations Ibériques) con sede en la Université París VII, París (Francia). Entre los tres grupos se han realizado Seminarios y Congresos entre los que destaca el Congreso Plural Internacional promovido por GEXEL en 1999, cuando se cumplían 60 años del inicio del éxodo, en 1939.

Lo más interesante de La voz de los vencidos, junto a la labor de síntesis sobre el exilio republicano español de 1939, son las muchas referencias personales de exiliados de muy distinta extracción, lo que le da un sentido esencial al título. Esta voz es, realmente, una apuesta personal de la autora, quien decía en una entrevista: «He puesto todo el corazón en este trabajo que narra la experiencia y el sufrimiento de tantos españoles que debieron abandonar su país forzados por un régimen que les perseguía; les he dado voz a los que se marcharon y les he devuelto ese protagonismo que se les había negado durante tantosaños» (7). Durante mucho tiempo, Alicia Alted ha recopilado testimonios, ha estado al lado de la gente de a pie, ha levantado acta de sus experiencias y recuerdos y ha dado fe de su dolor. Y todo ese trabajo está presente en estas páginas. Como dice la autora en las Motivaciones: «El libro lo he escrito sobre la base de numerosas investigaciones previas recogidas en estudios monográficos, en las que trabajé con documentación de archivo y, sobre todo, con testimonios orales» (8). La base de estos testimonios orales, por tanto, es lo más especial y valioso de este volumen, aquello que puede tocar realmente el corazón del lector, pues La voz de los vencidos está escrito para todos, no solo para los especialistas. Yes que, como dice la profesora Alted con bastante acierto: «Aunque los libros de Historia suelen recoger los nombres de los protagonistas que se consideran relevantes, los que verdaderamente hacen la historia son las gentes anónimas, combatientes que luchaban en el frente; mujeres, niños y ancianos que trataron de sobrevivir a los bombardeos y a la destrucción; los varios cientos de miles de personas de toda clase y condición que tuvieron que exiliarse…» (9). Esa es la verdad, la emoción que encontramos en estas páginas, en las que se van hilvanando, de manera muy refinada, los datos con los testimonios.

España es tierra de exiliados, como veíamos en los libros de Soldevilla y de Vilar, pero lo que caracteriza el exilio republicano de la Guerra Civil española, y que lo diferencia del resto, es la pluralidad, una condición que viene dada por las diferentes variables sociodemográficas de sus integrantes, y que tienen que ver con su múltiple procedencia geográfica, su composición demográfica y social, su diversificación profesional y su compleja y diferente militancia política. Y a toda esta complejidad se le añaden las distintas formas de asentamiento en los diferentes países de acogida, en continentes tan dispares como Europa, América o, incluso, Asia.

Hay otros aspectos que definen este exilio y que la profesora Alted analiza en profundidad. Estos son la larga duración, la reconstrucción de las instituciones de la República y, en suma, el valor cualitativo del exilio.

Un aspecto especialmente relevante y que queda muy claro en el libro, es el tema de la acogida en los países de asilo pues, a pesar de los mitos acerca de la bondad de aquel fenómeno, la realidad fue muy distinta. Los exiliados se encontraron con numerosas condiciones impuestas por los respectivos gobiernos, con manifestaciones abiertamente en contra de su aceptación y objeciones de una parte importante de la sociedad receptora. Un caso aparte serían los «niños de la guerra», que la profesora Alted ha estudiado especialmente en otras ocasiones, incluida la exposición El exilio de los niños.

Es verdad que hubo numerosas movilizaciones a favor de los exiliados, es justo reconocerlo, pero eso no les evitó el angustioso periplo al que se vieron sometidos. A los que se quedaron en Europa y en la Unión Soviética, además de sufrir la espantosa reclusión en campos de concentración (de ahí el capítulo «Francia ¿tierra de asilo?») o las distintas formas de agrupamiento forzoso, y las múltiples vicisitudes de integración y adaptación a las que tuvieron que enfrentarse, les esperaba la tremenda experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que sufrieron con toda su crudeza, pues muchos sucumbieron en los campos de exterminio nazis10. Los que pudieron optar por la emigración hacia América Latina, a pesar de compartir el idioma (por lo que se les dio en llamar trasterrados), encontraron otras dificultades derivadas de las distintas complejidades políticas y sociales. Todos, unos y otros, con la esperanza siempre puesta en el regreso a una España democrática y republicana.

El libro abarca el exilio en los distintos países, tanto en Europa como en Hispanoamérica. Entre los diez capítulos cabe también destacar el dedicado a los expatriados en el Norte de África y el de las repatriaciones y retornos a España y, especialmente, el último, el dedicado a la pervivencia de la memoria del exilio en la España democrática, en el que se analiza la trayectoria del exilio dentro y fuera de nuestras fronteras, desde el proceso de transición democrática a la actualidad.

La voz de los vencidos puede marcar un antes y un después en la historiografía del exilio republicano español, pues la compilación exhaustiva de todas las facetas del exilio lo convierte en una obra de consulta ineludible y punto de partida para las futuras investigaciones, al tiempo que es un ejemplo para el historiador del Tiempo Presente, por la forma de entretejer Historia, Memoria y Testimonio.

 

1 FABER, Sebastian: «Entre el respeto y la crítica. Reflexiones sobre la memoria histórica en España» en Migraciones & Exilios. Cuadernos de AEMIC, nº 5, Madrid, diciembre 2005, pág. 43.

2 MEES, Ludger: «El pasado que no quiere pasar», El País, Madrid, 15-9-2006.

3 Ibídem.

4 ALTED, Alicia: La voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939, Madrid, Aguilar, 2005

5 El exilio español (1808-1975) Madrid, Arco Libros, S.L., 2001

6 VILAR, Juan B.: La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX.

7 Entrevista de UBERO, Antonio J., «Alicia Alted se alía con el tiempo para hacer justicia a los exiliados. La voz de los vencidos es un documento riguroso y emocionante», Diario de Valencia, Valencia, 22 de junio de 2005, pág. 46.

8 ALTED, Alicia op. cit. pág. 19.

9 Ibídem, pág. 18

 

ALTED VIGIL, Alicia: La voz de los vencidos: el exilio republicano de 1939. Madrid.
Ed. Aguilar. 2005, 515 p. + 16 p. (láms.).