sábado, 6 de junio de 2015

Cenizas al viento


Como era su voluntad, hoy hemos soltado al aire sus cenizas.
Era su voluntad que volaran desde lo alto de San Martín de Laspra en dirección a la playa de Salinas, hacia el mirador de La Peñona, que se fundieran con la sal del agua marina y se impregnaran del rocío de la mañana de los verdes prados del alto.
Las de su marido fueron lanzadas al mar desde lo más alto del mirador del Museo de las Anclas con una docena de rosas rojas. Pero Nieves no quería que sus restos, aun en forma de cenizas, tomaran contacto con las frías aguas del Cantábrico, por más que pudiera representar un supuesto acercamiento al alma de su marido. En realidad la fusión de su alma con la de Ángel había tenido naturaleza real por más de sesenta años de convivencia, de amor, de buenos y malos momentos, de hambres y privaciones en un inicio en Rusia y de cierta comodidad y desahogo a partir de los años sesenta y setenta en España. Y fueron fructíferos: tres hijos varones, las nueras, cinco nietos, bisnietos, etc. Una amplia familia unida que ha ido creciendo en número y en riqueza inmaterial.

.

Peñón de Salinas con el Museo de Las Anclas

El Mirador desde donde se lanzaron las de Ángel

Las de Nieves desde Pinos Altos

Panorámica de Salinas por donde tanto pasearon Ángel y Nieves

Algunos familiares en Pinos Altos


Así pues, como era su voluntad, hoy hemos soltado sus cenizas al aire
 
Sin embargo, siendo cierto que tenía escrito sobre sus cenizas al viento y hablado sobre ello con allegados, también lo había hecho asimismo sobre sus añoranzas y recuerdos sobre Braña Castañar, sobre los castaños y robles de su niñez, y sobre sus correrías infantiles por el Llanu la Tabla. Así pues, en consideración a ello y por acuerdo familiar, parte de sus cenizas fueron enterradas, en una segunda fase, en un orificio realizado en un lugar estratégico del entorno donde discurrieron los primeros años de Nieves y sus hermanos. De este modo quedó cerrado un ciclo vital de alguien para quien muchos no encontramos suficientes palabras de cariño, otros de respeto y recuerdo, y todos de elogio y consideración.


Una parada en el Pozo Nicolasa con Celso, cuñado de Nieves, como exminero

Placa conmemorativa a la altura del Pozo, en Ablaña


Monumento a los caídos en Llano La Tabla

Unos versos de Nieves

Plantamos un acebo...

... y depositamos las cenizas restantes



Aida lee alguno de sus escritos











Ya descansa

Sus bisnietos podrán traerle flores

 

jueves, 4 de junio de 2015

Nieves nos deja

 

 

Ablaña es un pueblecito recóndito de la profunda Asturias negra, de suelo negro por su carbón, de cielo negro por sus negras nubes, de negros personajes recios de carácter negro, por su negro trabajo en los pozos de la negra mina con sus picos extrayéndoles las entrañas a la tierra.

En ese escenario de tonalidades grises, nace el 16 de agosto de 1925 una paloma blanca.

 

 


 

Esa paloma, Nieves Cuesta Suárez, ha escrito sobre su biografía de un modo claro, limpio, sencillo. ¡Qué añadir a su relato! Lo tituló “Simplemente mi vida”.

 

 

El 4 de junio de 2015 Nieves dejaba de respirar. Su marido, Angel Lago Rodriguez, lo había hecho unos años antes, el 4 de Mayo del 2008.

 


 

Habían convivido durante mas de 60 años y casado en dos ocasiones, una en Rusia y la otra por la Iglesia en España, se consideraba que la primera no valía, al igual que el reconocimiento de los hijos: aquí tuvieron que bautizarse, asentarse, confirmarse, etc., de lo contrario no se cobraban los puntos ni se reconocía la unidad familiar a los efectos de derechos de casa.

 

 


Las vidas de Ángel, natural de Moreda de Aller (19/09/1924), y de Nieves, transcurrió entre dos patrias: España y la Unión Soviética, y podría decirse entre dos guerras: expatriaciones por la guerra civil española y evacuaciones de la invasión naci en la II GM.

Entre ellos se llamaban repas. Fueron mas de tres mil niños los que salieron de España hacia la unión soviética, a grandes rasgos mitad asturianos y mitad vascos.

 

 


 

La mayoría se casaron entre ellos con la gran ilusión y esperanza de retornar a su patria, con sus familias. Aproximadamente la mitad lo consiguieron entre 1956/1957. Aunque algunos otros emparejados con rusos, en general no se decidieron a volver.

Hoy nos dejó Nieves. No se fue, solo nos dejó. Nos dejó su dulzura, nos dejó su recuerdo, nos dejó su legado, su historia, su poesía.

Sentimos dolor, tristeza, es irremediable.

Nunca te olvidaremos

 

 

1949

 

1954

 

EPILOGO



En la madrugada del día cuatro de junio de dos mil quince Nieves puso fin a su sufrimiento. Realmente, sobre todo los últimos días, lo fueron con padecimiento tanto para ella como para sus inmediatos.

Nos resistimos a una de sus voluntades cual era prescindir de ramos y coronas como presente último y no fue un error. Su ventana, su escaparate definitivo, irradiaba color y olor por los cuatro costados, y ella no se merecía otra cosa que una despedida nadando en flores. Las apreció y mucho en vida y acabó rodeada de ellas en los últimos momentos.
Nieves se extinguió, pero su bondad y dulzura permanecerán siempre en los corazones y en la memoria de quienes hemos tenido la fortuna de conocerla y compartirla.
Ya descansa en paz.



El día de su cumpleaños del 2005, Nieves le dio a su nieto Fran una carta adjuntando unos versos, disponiendo que fueran leídos en la intimidad familiar en el último momento de presencia tras su fallecimiento.
Cumplida su voluntad, éste es el poema manuscrito que nos hizo llorar a todos.






Y a máquina...


16 - VIII - 2005
A mis 80 años
 
EPILOGO
 
"Hoy ya no tengo ayer,
ni tampoco mañana,
no siento, ni padezco,
ni veo, ni oigo nada.
 
 Quiero hacer una hoguera con mi vida,
que vuelen las cenizas por los aires,
sentirme libre, alegre, redimida,
no pensar, no sufrir, no acordarme de nadie ...
 
Quiero que el viento lleve mis cenizas
lejos, muy lejos, donde no haya nadie,
por encima de todas las delicias,
hacia las altas cumbres y anchos mares.
 
No importa que la cumbre esté nevada,
que el mar sea negro y la noche eterna,
no tengo miedo, no me importa nada
porque estar muerta es sosiego y calma.
 
Se ha extinguido ya el fuego de mi vida,
se han quemado los restos de mis años,
He muerto anciana, feliz y agradecida;
atrás quedaron risas, amor y desengaños.
 
No lloréis por mi eterna despedida,
olvidaros de mi cuerpo y de mi alma,
disfrutad mientras sigan vuestras vidas
que, aunque yo ya no esté ......
 
¡¡NO PASA NADA!!
 
Soy humo en el viento,
ceniza en el suelo,
sonrisa en recuerdo,
silencio, sosiego ...
 
Soy humo en el viento,
ceniza en la tierra,
el agua y el tiempo
borrarán mi huella..."