JAVIER CUARTAS
15 junio 2000
José Manuel Arregui Calle, ex maestro de los 'niños de la guerra' y locutor de Radio Pekín
José Manuel Arregui Calle, maestro desde 1937 de los "niños de la
guerra" refugiados en la URSS y locutor en los primeros años setenta de
Radio Pekín, donde elaboró un informativo diario en español, falleció el pasado
domingo, a los 91 años, en Pola de Siero (Asturias), su localidad natal, a la
que había regresado en 1978. Maestro desde 1931, tras el estallido de la guerra
civil española, se inscribió como docente al servicio de la II República, una
labor que compatibilizó con la participación en el frente como combatiente.
Durante el cerco de Oviedo resultó herido y perdió un brazo. A partir de ese
momento, asumió la dirección del orfanato Quinta Arango, en el barrio obrero de
La Calzada, en Gijón. En septiembre de 1937, ante la inminente caída de Gijón
en poder del ejército de Franco, zarpó en un buque francés acompañando a más de
1.000 niños asturianos y una decena de maestros. Desde el puerto de Saint
Nazaire, un barco soviético les trasladaría a la que habría de ser su patria de
adopción. En la URSS, José Manuel Arregui estuvo al frente de un internado en
Leningrado para los "niños de la guerra", a quienes impartió
enseñanzas de Física y Ciencias Naturales. En los años setenta se trasladó a
China, donde continuó su labor docente, como profesor de español en la escuela
del ministerio chino de Comercio Exterior, y luego en la Academia Diplomática
del Ministerio de Asuntos Exteriores, y dirigió en Radio Pekín un programa
informativo en castellano que se emitía para España.
En 1978 regresó a Asturias, donde hace dos años, en 1998, fue objeto de un
homenaje por sus antiguos alumnos. Su labor docente en Rusia fue reconocida con
su inclusión en el libro de honor de la Academia Diplomática de la URSS. Hasta
el final de su vida se mantuvo fiel a sus ideas comunistas y republicanas. En
sus exequias fúnebres estuvieron presentes correligionarios, amigos, vecinos y
miembros de la Liga de Mutilados e Inválidos de la Guerra Civil. Su cadáver
permaneció en el tanatorio de Siero mientras se celebraba la ceremonia
religiosa. El párroco de Pola de Siero, Juan Bautista Álvarez, lo definió como
un hombre "misericordioso, cordial y respetuoso",
"independientemente de sus ideas comunistas". PP y PSOE de Siero
expresaron también su reconocimiento a su labor docente y humanista.-