lunes, 5 de septiembre de 2005

Simplemente mi vida: "CAP. VII. RETORNO A MOSCÚ"


1944.

 
No recuerdo lo que duró el viaje, pues las comunicaciones no estaban normalizadas y todo el transporte era preferente en dirección oeste, hacia el frente; aunque se alejara cada día más de nosotros, la guerra seguía por Europa.
Sólo me acuerdo que Ángel estuvo enfermo durante la travesía, tenía mucha fiebre y  yo me preocupaba por llevarle tazas de té caliente.
Llegamos sin complicaciones, pero algunas nos surgirían más adelante.
Primera y principal: seguía el hambre.
En Moscú también se pasaba hambre y la tendríamos para rato. Menos mal que, como por ser niños españoles generalmente gozábamos de algún privilegio, alguien con alma caritativa dio la orden de que nos asignaran la cartilla de racionamiento de 700 gr. de pan, cuando casi todo le mundo recibía 500. Ese pan negro, húmedo, por lo que pesaba mucho, malo, fue lo que nos salvó la vida. Diariamente esperábamos que abriese la panadería, nos abastecíamos de nuestra ración al peso, por la calle nos lo comíamos y entrábamos en clase por la mañana esperando en el pensamiento que amaneciese el día siguiente cuanto antes.
Otra complicación fue que al llegar a Moscú nos enteramos que el Técnico de Motores de Aviación, centro de estudios, no tenía residencia para estudiantes, cosa que a nosotros nos era imprescindible. Después de varias gestiones, la única salida aceptable fue que cambiásemos de especialidad, que prosiguiéramos nuestra carrera en el Técnico de Transportes Ferroviarios.


Nieves Cuesta

 

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