SS “STANBROOK”
En Orán, 2-3/4/39
He sido capitán de barcos que comerciaban con la España Republicana
los últimos 12 meses y mis últimas dos visitas a España han sido como Capitán
del Stanbrook.
El Stanbrook es un pequeño navío de 1.382 toneladas brutas con
una eslora de 230 pies
(70,1 metros )
y una manga de 54 pies
(16,45 metros ).
Su velocidad es de alrededor de 11 nudos. Ella (sic) es desde luego
esencialmente un navío de carga y solo dispone de alojamiento para su
tripulación de 24 personas al completo. (Dickson utiliza la palabra “24 hands”,
término marinero para designar a la tripulación, “one hand” equivale a un
miembro de la tripulación de un barco).
El pasado 17 de marzo recibí instrucciones de mis Armadores
de proceder en lastre a Alicante y después de dejar Marsella, el viaje a
Alicante transcurrió sin incidentes, exceptuando que tuvimos un pequeño
problema para evitar a un Destructor de Franco (sic), que nos dio instrucciones
de no entrar en Alicante. No obstante con la ayuda de un aguacero y un poco de
mal tiempo eludimos al Destructor y entramos en Alicante sobre las 6.0 p.m. del
19 marzo pasado, y nos amarramos al muelle del puerto poco después.
Me dirigí a tierra para recibir instrucciones pero, debido a
la situación generalizada de trastorno en los negocios, no pude recibir ninguna
instrucción sobre el cargamento, o cualquier otra cosa y esto continuó así
hasta el 24 de marzo. El 25 de marzo intenté otra vez por todos los medios
conseguir información sobre mi cargamento sin ningún éxito.
El 26 de marzo viajé a Madrid donde funcionarios me
informaron que el cargamento para mi barco estaba en camiones de camino.
Entonces volví a mi nave en Alicante cuando recibí un telegrama de mis
Armadores informándome que a menos de que hubiese perspectivas de embarcar el
cargamento tenía que proceder a zarpar inmediatamente.
Al día siguiente llegó algún cargamento, consistiendo en
tabaco, naranjas y azafrán que fue depositado en el muelle. Sobre la misma hora
alrededor de 1.000 refugiados llegaron al Edificio de Aduanas en diversas
formas de transporte y de todas las provincias de la España Republicana ,
al mismo tiempo que las autoridades portuarias me solicitaban subir a bordo a
estos refugiados y llevarlos a Orán, ya que se encontraban en una situación
desesperada y se me dijo que sus pasaportes estaban en orden y que podrían
desembarcar en Argelia sin ninguna dificultad.
Entre los refugiados había un gran número mujeres, chicas
jóvenes y niños de todas las edades; incluso criaturas en brazos. Debido al
gran número de refugiados me encontraba en un dilema sobre mi propia postura ya
que mis instrucciones eran que no debía tomar refugiados a menos de que
estuviesen realmente necesitados. No obstante después de ver la condición en
que se hallaban los refugiados decidí desde un punto de vista humanitario
aceptarlos a bordo, ya que anticipaba que pronto desembarcarían en Orán.
Entre los refugiados había todo tipo de clases de gente,
algunos aparentaban ser extremadamente pobres y parecían consumidos por el
hambre y mal vestidos, vistiendo una variedad de atuendos que iban desde monos
a viejas y desgastadas piezas de uniformes e incluso mantas y otros peculiares
trozos de tela.
Había también algunas personas, mujeres y hombres, con una
buena apariencia y que asumí eran mujeres y parientes de funcionarios. Algunos
de los refugiados parecían llevar consigo todas sus posesiones terrenales
cargadas en maletas; bolsas de todas las descripciones, algunas atadas en
grandes pañuelos y unos pocos con maletas.
Al poco tiempo los refugiados comenzaron a subir a bordo de
una manera ordenada y sus pasaportes eran inspeccionados por los Funcionarios
de Aduanas. Eran las 9.0 pm y por lo tanto bastante oscuro.
Después de que, entre 800 y 900 refugiados hubiesen subido a
bordo, por alguna razón u otra los guardias y Funcionarios de Aduanas en el
muelle aparentemente perdieron el control de la pasarela, de tal manera que
quedo atascada con una masa forcejeante de personas, que incluía a algunos de
los guardias y Funcionarios de Aduanas que en ese momento habían decidido
unirse al tropel de refugiados, tirando sus armas y equipo para unirse a la
estampida por subir a bordo. Viendo esta súbita avalancha de gente estuve casi
inclinado a dejar caer la pasarela y alejar mi nave del muelle, pero dándome
cuenta de que si hacía esto por lo menos 100 personas o más caerían al agua
decidí, desde un punto de vista humanitario, dejarlos subir a todos a bordo, ya
que sabía que sería solo una cuestión de 20 horas llegar a Orán donde podrían
desembarcar a tierra. El número de refugiados embarcados hacía prácticamente
imposible que nadie pudiese moverse en la cubierta del buque, ya que las
escotillas de las bodegas se habían abierto preparadas para introducir el
cargamento y consecuentemente los refugiados solo podía estar a su alrededor
sobre la cubierta. A pesar de mis llamamientos, no pude conseguir que los
refugiados bajasen a las bodegas haciendo de esa manera más sitio, aunque más
tarde unos pocos bajaron dejando un poco más de sitio, pero sus lugares eran
ocupados inmediatamente por más gente que subía a bordo.
Eventualmente, sobre la 10.30 p.m. los últimos de los
refugiados estaban a bordo, y yo ya hacía tiempo que había abandonado toda
esperanza de subir cualquier cargamento a bordo. Estimo que en este momento
había a bordo alrededor de 2.000 refugiados y posteriormente determiné que eran
1.835 en total. Cuando todos los refugiados se hallaron a bordo, era
prácticamente imposible dar una descripción adecuada de la escena que mi buque
presentaba, y la semejanza más cercana que puedo dar es decir que parecía unos
de esos vapores vacacionales del río Támesis en un día festivo, solo que muchas
veces peor. Un barco de transporte militar cargado de tropas dejando Inglaterra
no se puede comparar de modo alguno con mi barco. De hecho en toda mi
experiencia en la mar, que abarca 33 años, nunca he vista nada así y espero no
volver a verlo nunca más. Aparentemente estas últimas prisas por subir a bordo
del barco fuero causadas por un rumor de que el lugar iba a ser bombardeado en
un gran ataque aéreo. De todas maneras conseguí mantener a los refugiados fuera
del puente de mando y di las órdenes para que se soltasen las amarras y que la
pasarela fuese hecha firme al costado del barco ya que no se podía colocar
dentro, y maniobré mi navío fuera del puerto comenzando el viaje a Orán. Cuando
apenas habíamos salido del puerto el rumor del bombardeo probó ser verdad y a
los 10 minutos de abandonar el puerto se inició un terrorífico bombardeo de la
ciudad y del puerto y el flash de las explosiones se podía apreciar
visiblemente y la conmoción de los proyectiles explotando se podía casi sentir.
De todas formas proseguimos nuestro viaje y durante la noche
algunos de los refugiados bajaron a las bodegas para dormir, pero cientos
permanecieron en cubierta y estos tuvieron que permanecer en pie toda la noche
ya que no había sitio para tumbarse. Otros se acurrucaban alrededor de la base
de la chimenea buscando calor y de hecho en cualquier otro sitio donde se
pudiese encontrar calor. La noche era clara pero fría y pienso que el
sufrimiento de estas personas de pie en la cubierta toda la noche debió de ser
muy malo.
El salón estaba lleno de refugiados de todas las clases,
alguno de los cuales estaban tumbados sobre el suelo y otros sobre la mesa. Les
había dado el permiso para ir allí y así aliviar la congestión en la cubierta y
otros lugares. También había dejado mi camarote a algunas de las personas más
débiles y también así lo habían hecho algunos de mis Oficiales.
Alrededor de la medianoche conseguí dormir unas pocas horas.
Regresé a la cubierta con la primera luz del día y me encontré con que un
número de refugiados habían subido a cubierta también. Proseguíamos
experimentando una gran dificultad en mantener la quilla equilibrada, ya que en
cuanto se avistaba otro barco, ya fuese a babor o a estribor, un gran número de
los refugiados se precipitaba forcejeando hacia el otro costado con la
intención de avistar el barco, con el resultado de que el barco se escoraba de
una lado o de otro. Aparentemente los refugiados parecían pensar que cada barco
que aparecía a la vista era un navío de Franco que venía a interceptarlos; y
como un gran número de refugiados estaba armado yo estaba alarmado de lo que
pudiese ocurrir si hubiésemos visto un barco de Franco (sic).
Muchos de los refugiados expresaron que si un barco de
Franco (sic) los interceptaba estaban dispuestos a vender caras sus vidas.
Afortunadamente no avistamos navío hostil alguno.
En cuanto a la comida yo solo pude suministrar a los
refugiados más débiles con un poco de café y con un poco de comida a algunos de
ellos. La gran mayoría tenía pan, etc. suficiente para que les alcanzase hasta
Orán. Más tarde, sobre el mediodía prácticamente todos los refugiados subieron
a cubierta haciendo casi imposible transitar por ella. Durante el curso del día
me informaron de algunos casos de enfermedad, principalmente desmayos etc.
causados por un hacinamiento que a mí me era imposible paliar. De hecho me
asombra que no se hubiese producido ninguna desgracia con anterioridad. El
resto del día transcurrió sin ningún incidente, llegando a Orán alrededor de la
10 p.m. del 10 (sic) y fondeamos en la
Bahía , 20 horas después de dejar Alicante, fondeamos en la
bahía externa pero como no teníamos autorización de los funcionarios del puerto
para entrar en este, tuvimos que quedarnos fuera y pasar otra noche en malas
condiciones. Afortunadamente el tiempo todavía permanecía bueno y mientras un
gran número de los refugiados bajo a las bodegas, el resto tuvo que permanecer
otra vez sobre cubierta y dormir como mejor pudo. Estas personas solo tenían
las vestimentas que llevaban puestas y pienso que su privaciones debieron de
ser terribles. Otra vez algunos refugiados se acurrucaron en torno a la
chimenea e incluso algunos penetraron en la sala de máquinas pero estos
tuvieron que ser expulsados a cuenta del riesgo de lastimarse o herirse ellos
mismos.
Así pasó otra noche más y a las 8 en punto del día siguiente
aprecié otros barcos españoles en el puerto, con refugiados a bordo pero no
atestados como estábamos nosotros. Entonces conseguí atraer y subir a la
primera barca de motor que vi y me dirigí a tierra para telefonear a mis
Agentes para conseguir permiso para que los refugiados desembarcasen a tierra,
ya que debido a las condiciones a bordo consideraba imperativo que bajasen del
navío, no solo desde el punto de vista de la comodidad, sino también desde el
punto de vista de la salubridad ya que los servicios sanitarios eran totalmente
inadecuados para los refugiados y temía que se desatase una enfermedad si no
bajaban pronto a tierra. Solo se me dio permiso para que mi barco entrase en el
puerto, pero no para que bajasen los refugiados a tierra. Entendí que la razón
de esto era que las autoridades no tenían ningún sitio donde alojarlos. Regresé
a mi nave y la introduje en el puerto poniéndola al lado del muelle pero todos
los refugiados pasaron una noche más de incomodidad extrema apiñados, durmiendo
o tumbándose allí donde hubiese espacio.
Al día siguiente regresé a tierra y eventualmente conseguí
un arreglo para prácticamente todas las mujeres y niños desembarcasen a tierra
a un campamento y disposiciones están en mano, para que el resto de los
refugiados sean puestos en tierra.
En este momento el barco sigue abarrotado con refugiados de
todas las clases que atestan los costados del navío y truecan dinero y
posesiones por un poco de comida, cigarrillos etc. con personas en barcas de
remos. Muchos de estos refugiados no han podido lavarse desde que subieron a bordo
de mi barco y algunos incluso mucho antes de esto.
Sinceramente suyo,
(De su puño y letra)
A. Dickson
Capitán SS Stanbrook
El Editor
Sunday Dispatch
Londres
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