Como era su voluntad, hoy hemos soltado al aire sus cenizas.
Era su voluntad que volaran desde lo alto de San Martín de
Laspra en dirección a la playa de Salinas, hacia el mirador de La Peñona, que se
fundieran con la sal del agua marina y se impregnaran del rocío de la mañana de
los verdes prados del alto.
Las de su marido fueron lanzadas al mar desde lo más alto
del mirador del Museo de las Anclas con una docena de rosas rojas. Pero Nieves
no quería que sus restos, aun en forma de cenizas, tomaran contacto con las frías
aguas del Cantábrico, por más que pudiera representar un supuesto acercamiento
al alma de su marido. En realidad la fusión de su alma con la de Ángel había
tenido naturaleza real por más de sesenta años de convivencia, de amor, de
buenos y malos momentos, de hambres y privaciones en un inicio en Rusia y de
cierta comodidad y desahogo a partir de los años sesenta y setenta en España. Y fueron
fructíferos: tres hijos varones, las nueras, cinco nietos, bisnietos, etc. Una
amplia familia unida que ha ido creciendo en número y en riqueza inmaterial.
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Peñón de Salinas con el Museo de Las Anclas |
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El Mirador desde donde se lanzaron las de Ángel |
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Las de Nieves desde Pinos Altos |
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Panorámica de Salinas por donde tanto pasearon Ángel y Nieves |
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Algunos familiares en Pinos Altos |
Así pues, como era su voluntad, hoy hemos soltado sus cenizas al aire
Sin
embargo, siendo cierto que tenía escrito sobre sus cenizas al viento y hablado
sobre ello con allegados, también lo había hecho asimismo sobre sus añoranzas y
recuerdos sobre Braña Castañar, sobre los castaños y robles de su niñez, y
sobre sus correrías infantiles por el Llanu la Tabla. Así pues, en
consideración a ello y por acuerdo familiar, parte de sus cenizas fueron enterradas, en una segunda fase, en un orificio realizado en un lugar
estratégico del entorno donde discurrieron los primeros años de Nieves y sus hermanos. De este modo quedó cerrado un ciclo vital de alguien
para quien muchos no encontramos suficientes palabras de cariño, otros de
respeto y recuerdo, y todos de elogio y consideración.
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Una parada en el Pozo Nicolasa con Celso, cuñado de Nieves, como exminero |
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Placa conmemorativa a la altura del Pozo, en Ablaña |
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Monumento a los caídos en Llano La Tabla |
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Unos versos de Nieves |
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Plantamos un acebo... |
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... y depositamos las cenizas restantes |
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Aida lee alguno de sus escritos |
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Ya descansa |
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Sus bisnietos podrán traerle flores |
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