Con motivo de “el día de los enamorados”, 14 de febrero, y
con unos días de antelación, exactamente el día 11, la Voz de Avilés y El Comercio
de Gijón publican la historia de varias parejas de enamorados, en todo caso con
personalidad propia, con cosas para contar, con cierto interés periodístico. Entre
ellas el matrimonio integrado por Armando Valdés y María Luisa Vega, “niños de
la guerra”.
El artículo llama poderosamente nuestra atención ya que no
sabíamos del matrimonio, de su paradero en los últimos años, ni tan siquiera si vivían.
Ángel Lago y Nieves Cuesta, verdaderos sujetos protagonistas "in memorian" de este blog, tenían muchos y muy buenos amigos,
pero casi se podría asegurar sin temor a equivocarse que Armando y Luisina eran
de los más íntimos. Así pues, una vez conocida su ubicación, su actual estancia en una residencia ERA, gracias al artículo del periódico,
acudimos a visitarlos en Pola de Laviana.
A continuación reproducimos parte del artículo publicado, lo
que interesa a Armando y Luisa, pues de forma sucinta, pero clara y exacta,
relata alguna circunstancia de la vida de estos dos niños de la guerra.
«Siempre fuimos yo
para ella y ella para mí»
Tampoco lo celebrarán Armando Valdés Ordieres (ovetense, 93
años) y María Luisa Vega González (gijonesa de La Calzada, 91), que atesoran
una historia de película que los llevó a emigrar a Rusia huyendo de la guerra
desde el puerto de El Musel cuando no eran más que unos niños. Toda una vida
«con sus cosas buenas y sus cosas malas» que Armando cuenta desde la tremenda
lucidez de sus ojos azules y mientras aparta las sopas de letras que se han
convertido en su gran entretenimiento desde que ella ya no está del todo bien.
«Alzheimer», susurra él, como hace cada vez que llega a un asunto delicado
ahora que «cuidar de ella es todo lo que hace, siempre pendiente de su mujer»,
según cuentan los trabajadores de la residencia del ERA en Laviana, donde
comparten la habitación 104.
Empezar a quererse fue también algo mutuo. «Ella se fijó en
mí y yo me fijé en ella y siempre fuimos yo para ella y ella para mí», recuerda
Armando, que en aquella Rusia «donde había dificultades para todo, desde el
racionamiento al frío de Siberia y los bombardeos», empezó a prepararse para
ser perito industrial y a trabajar en una fábrica de motores a reacción,
mientras que María Luisa estudiaba Geología. Y, entre clase y clase, los dos
frecuentaban La Bielorrusa, un local en el centro de Moscú «que en los años
cincuenta las autoridades rusas destinaron a los españoles» y, allí, en el
baile, empezaron a arrimarse y cortejar. Se hicieron novios. Así que lo de
casarse cayó por su propio peso y ella se encargó de informar a la familia en
una carta en la que, entre detalles cotidianos, un poco temerosa del impacto de
la noticia en Asturias, escribe: «En general todo sigue como siempre. La única
noticia nueva es que me he casado el 15 de octubre con Armando. Soy muy feliz y
estoy muy contenta. La madre igual va a estar descontenta que me casé, igual se
va creer que es todavía temprano, que soy pequeña, vosotros diréis lo mismo, os
adelanté a todos. Pero tener en cuenta que aquí la vida es muy diferente y más
fácil, y además que ya tengo los 23 años encima. Vivimos muy bien y los dos
contentos». Pero todo se torció solo un año después, cuando María Luisa dio a
luz por cesárea a su primer hijo, Eduardo, que nació con graves problemas: «Los
especialistas nos informaron de que sería sordomudo y fue un golpe muy duro».
La vuelta a España, siete años más tarde, alivió en parte el sufrimiento del
matrimonio, que por fin pudo abrazar a los suyos en la estación de Oviedo, y
que poco después de tener a su segunda hija, sufrieron el mayor golpe de los
posibles: «El fallecimiento de Eduardito a causa de un derrame cerebral. Tenía
siete años». Pero, juntos, «con momentos mejores, peores y regulares»,
siguieron adelante. Ella, trabajando en casa. Él, en Ensidesa. Los dos,
«socialistas y sin creencias religiosas, pero respetando a todo el mundo»,
vuelve a susurrar. «Ella siempre fue
mejor que yo, mucho más buena», resume Armando Valdés Ordieres la historia de
un amor condensado en las dos alianzas que enseña, orgulloso, en su dedo
anular. «Ella perdió la suya dos veces, así que ahora las llevo yo».
Armando Valdés Ordieres |
FOTOS ANTIGUAS
Armando Valdés en Moscú |
Su hijo Eduardito nacido en Moscú |
Valdés contempla a su hija Mª Loli nacida ya en Oviedo y a Avelino tercer hijo de Nieves |
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