Habiendo realizado una ruta al pico Llosorio hace unos días y pasado por Braña Castañar, lugar de nacimiento de mi madre, observamos el deterioro físico de una de sus poesías plastificada y prendida al roble inmediato del depósito de sus cenizas –bajo el carrasco--.
Pasado un tiempo de manifiesta incomodidad, realmente pocos
día, retornamos al lugar con un nuevo manuscrito, una nueva copia plastificada,
aprovechando para, con un pequeño recorrido circular, hacer una visita al
cementerio de la Fosa del Llanu, donde están enterradas las víctimas de una de
las masacres de la guerra civil: la del Llanu la Tabla.
Dejando, pues, el
coche al lado del monumento que recuerda tal suceso, subimos por la carretera al
Llanu la Tabla a fin de conversar con dos vecinos del lugar, tío y sobrino,
supervivientes de aquel evento del año 39.
Ellos nos indican que bajando por la derecha llegaríamos al pequeño
cementerio en la cota baja, y justo en el entronque de dos regueras. Una lápida
con sus nombres deja, constancia del sitio, y recuerdo por los años del atroz
asesinato.
Desde allí, y por la margen derecha del río, iniciamos el
regreso. Al principio unos doscientos metros por el cauce del Reguero La Tabla,
para después ir subiendo ligeramente por un camino no precisamente limpio y
claro.
Tras librar un par de árboles caídos y algún tramo de incómodos
arbustos alcanzamos el espacio donde teníamos el coche aparcado.
Recorrido en el sentido de las agujas del reloj |
Nos encontramos con el
cementerio bastante deteriorado
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Hay una pequeña cascada
allí mismo
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Vamos volviendo
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Bajo el acebo las
cenizas de Nieves
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Inscripción en la losa
a los fusilados y enterrados en la Fosa la Tabla
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En el árbol unos versos
de Nieves y debajo el poema completo
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Epílogo
16-VIII-2005
A mis 80 años
Hoy ya no tengo ayer,
ni tampoco mañana;
ni siento, ni padezco,
ni veo, ni oigo nada.
Quiero hacer una hoguera con mi vida,
que vuelen las cenizas por los aires,
sentirme libre, alegre, redimida,
no pensar, no sufrir, no acordarme de nadie…
Quiero que el viento lleve mis cenizas
lejos, muy lejos, donde no haya nadie,
por encima de todas las delicias,
hacia las altas cumbres y anchos mares.
No importa que la cumbre esté nevada,
que el mar sea negro y la noche eterna,
no tengo miedo, no me importa nada
porque estar muerta es sosiego y calma.
Se ha extinguido ya el fuego de mi vida,
se han quemado los restos de mis años.
He muerto anciana, feliz y agradecida;
atrás quedaron risas, amor y desengaños.
No lloréis por mi eterna despedida,
olvidaos de mi cuerpo y de mi alma.
Disfrutad mientras sigan vuestras vidas
que, aunque yo ya no esté…
¡no pasa nada!
Soy humo en el viento,
ceniza en el suelo,
sonrisa en recuerdo,
silencio, sosiego, …
Soy humo en el viento,
ceniza en la tierra,
el agua y el tiempo
borrarán mi huella…
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